Retorno del Servicio Militar Obligatorio

Educando para la resignación y la carencia sistematizada

 (1ra Parte)

 

Segunda mitad del siglo XVIII: el soldado se ha convertido en algo que se fabrica; de una pasta informe, de un cuerpo inepto, se ha hecho la máquina que se necesitaba; se han corregido poco a poco las posturas: lentamente, una coacción calculada recorre cada parte de su cuerpo, lo domina, pliega el conjunto, lo vuelve perpetuamente disponible, y se prolonga, en silencio, en el automatismo de los hábitos...”

(Ordenanza europea de 1764)

 

Fue el diputado nacional salteño por el Frente Renovador, Alfredo Olmedo, que insistió con el proyecto de reinstalar el Servicio Militar Obligatorio. Explicó que el problema es que “se rompió el núcleo familiar y los jóvenes están a la deriva”. Olmedo encargó una encuesta al consultor Julio Aurelio para conocer si la gente está a favor o en contra del servicio militar. De acuerdo a los resultados, 7 de cada 10 argentinos quiere la vuelta del servicio militar o un servicio civil comunitario. Olmedo, autor de otras iniciativas como la castración de violadores, habla en nombre del retorno de valores de familia, honestidad y respeto por el prójimo.

El honesto Alfredo Olmedo, quien posee varias denuncias que lo señalan como propiciador de trabajo esclavo en sus campos; el respetuoso Alfredo Olmedo, quien dijo respecto a la ley de Matrimonio Igualitario: "Yo tengo la mente cerrada y la cola también"; el hombre de familia Alfredo Olmedo, quien protagonizó un alboroto en la calle cuando fue descubierto in fraganti por su mujer al salir de un hotel alojamiento junto a su amante. En el momento de la gresca, su esposa estaba acompañada por la hija de ambos, de tres años. Alfredo Olmedo, quien por esta situación dijo alegremente: "Fue la reacción de una mujer celosa que cuando me conoció sabía que era fiestero". (1)

El caso de este diputado es ejemplar, porque ¿cuánto hay de pura retórica, de puro discurso y charlatanería sobre “amor, amistad, patria, respeto...” y cuánto de su aplicación? Estas palabras suenan bien en cualquier speech. Todos las repiten y las defienden. ¿Cuántos las cumplen?

 Por eso señalamos que el caso de Olmedo es de una hipocresía que bien sirve de ejemplo, porque del mismo modo, ¿cuánto de lo que suponemos sobre la “educación militar” es real y se cumple?

El imaginario colectivo afirma, sin sesgo de duda, que el SMO (Servicio Militar Obligatorio) traerán a los jóvenes disciplina, orden y amor por el trabajo. Porque la falta de estos valores, también se asegura, son las causas de los peores flagelos. Qué hay de cierto en esto, es decir, de fáctico y concreto para llegar a tales conclusiones.

Qué dicen los profesionales y qué dicen los que sí pasaron por el servicio obligatorio muy temprano y, el colmo de su aplicación, fueron a la guerra. 

 

“La disciplina fabrica cuerpos sometidos y ejercitados, cuerpos «dóciles». La disciplina aumenta las fuerzas del cuerpo (en términos de utilidad económica) y disminuye esas mismas fuerzas (en términos de obediencia política). […] Se los encuentra (a estos métodos) tempranamente actuado en los colegios; más tarde en las escuelas elementales; han invadido lentamente el espacio hospitalario, y en unas décadas han reestructurado la organización militar.” (2)

Se cree que el sufrimiento forja el carácter. Gracias a él, y no a pesar de él. Y al parecer, los sujetos que padecieron el desarraigo, la imposibilidad de elegir un trabajo y un estudio, son la mayoría.

Lo sorprendente y llamativo de estos casos, es que muy raramente se cuestionan estas faltas de estado, política, vivienda, trabajo digno y educación en la mayoría de los sujetos... sino que se celebran: “Yo me hice solo”, “Yo me hice desde abajo y nadie me ayudó”. A los jóvenes que tienen comodidades y están estudiando, se les suele decir, en tono de reproche: “A tu edad ya estaba trabajando” (aunque este trabajo haya sido miserable, de horas extenuantes, y hayan quitado la posibilidad de estudiar y de disfrutar la juventud).

Estos ejemplos extrañamente abundan: hombres y mujeres que fueron explotados en un mundo sin posibilidades, y no hacen más que promover estas carencias al grado de formadoras exclusivas de carácter, y cualquier reclamo, de estudiantes o trabajadores en exigencia por mejoras de su situación, se lee: un intento de no esforzarse y de quererlo todo fácil, una ociosidad, un exceso de tiempo libre, un exceso de acción y pensamiento.

“La imagen del conscripto, correspondía a la de un ser inculto, ignorante y perverso. Las palizas inhumanas con las cuales eran recibidos los cadetes tenían, según Juan Domingo Perón, el propósito pedagógico de sacudir la soberbia civil y endurecer el espíritu.” (3)

Desconocemos si hay una sociología que explique esto en detalle, pero aquellos que padecieron un baldazo de agua fría para despertarse una mañana de invierno muy temprano, en general, no desean que ese sinsentido de una disciplina que no entiende de razones pero sí de golpes, se acabe, sino que se repita en futuras generaciones. Y aquellos otros que consideran descarriados, es porque no tuvieron la educación violenta que ellos sí.

“Desde sus orígenes los ejércitos han sido considerados como instituciones disciplinarias, donde se incorporaban los elementos más hostiles y menos iluminados intelectualmente de la sociedad. Esto determinó una actitud general, que sancionaba la aplicación del castigo físico como método pedagógico y de uso profesional.”

“En la mayoría de los países de la región, los militares son vistos como un factor de dominación y disciplinamiento social... […] El joven queda enfrentado al mundo de los cuarteles, de donde se dice «saldrá hecho un hombre», en una suerte de rito tribal de iniciación y de sacrificio que la sociedad ofrenda al dios Thor.” (3)

Aquellos que sufrieron la ausencia de educación -porque debieron trabajar para vivir, por ejemplo- suelen ser nostálgicos de un pasado más simple, sin opciones, sin posibilidad de acción, de una rápida inserción al trabajo manual más inmediato por pura necesidad, y de abstinencia obligatoria, que desconocieron, lamentablemente, el abanico de posibilidades del ser social y laboral: trabajo o estudios, medicina o derecho, electricidad o plomería, humanidades o ciencias. Enaltecen el aprendizaje del látigo y el dolor: la “universidad de la calle”. El aprendizaje de los libros, es lento y ocioso, exclusivo de clases sociales progresistas o demasiado ostentosas.

“La idea que el SMO pueda hacer hombres de muchachos, constituye una sobrevaloración del significado de lo militar, ya que no se valora el papel formador de la familia, la escuela, y no pocas veces el trabajo, en la formación del carácter del individuo.” (3)

Una situación errática y personal, se traslada a sistemas y patrones que todos deberían padecer como estructura, es decir, suponiendo que a un sujeto particular le fue fructífera en su formación cierta experiencia, como trabajar desde los 9 años de sol a sol, este sujeto asegura que esa circunstancia azarosa e improvisada que limitó sus posibilidades de acción y pensamiento, debería sistematizarse, imponerse a todo el mundo, negando toda evolución social e institucional, de obligaciones y derechos, reclamando un retroceso hacia el desamparo, despotismo y desgobierno.

Las FF.AA. precisamente, representan -en el imaginario colectivo- este pensamiento de carencia y crueldad sistematizada: son el entrenamiento a la resignación de modificar circunstancias adversas, son la negación de las posibilidades de elección, de las comodidades, de una sumisión a una autoridad que no se elige, y por lo tanto, de esa elección de autoridad que es la actividad democrática.

 “Particularmente notable fue el desprecio que a menudo resultó de la institución militar hacia la democracia. Al igual que con muchas de las ideologías filosófico-políticas dominantes desde la Revolución Francesa, así como con los regímenes autoritarios en América Latina, muchas Fuerzas Armadas no vieron la idea de la democracia, sino su práctica perjudicial para la nación.” (4) 

Fin de la primera parte 

 (2da Parte) 

 

Una característica del lenguaje conservador, es la capacidad para nombrar una circunstancia egoísta y embarazosa con otras palabras más positivas y menos concretas, es decir, eufemismos: a los golpes y patadas, las llaman disciplina; a sumirse a una autoridad cualquiera, lo llaman respeto; a la pobreza y miseria, la llaman austeridad; a la ninguna educación formal, la llaman universidad de la calle, “hacerse solo”, “hacerse de abajo...”. Y en un plano más global, los sectores reaccionarios llaman a su intento beligerante de dominación de países y sus recursos naturales (petróleo, oro, tierras, ríos), búsqueda de democracia, lucha contra el terrorismo y el odio.

Al machismo más bruto, lo llaman caballerosidad u hombría. A un racismo estúpido y xenófobo, patriotismo.

“La queja más generalizada con respecto al SMO, es que éste más que interesarse en formar patriotas, desea formar «machos» en el sentido más burdo de la palabra, y que como militares aprenden a despreciar al civil, a creerse superiores porque tienen un arma, al mismo tiempo que los reclutas son obligados a cantar himnos con letras degradantes para ellos mismos, como por ej.: «No somos nada» y «No valemos una mierda».”. (3)

¿Qué ideario educativo sobre formación de jóvenes presentan las FFAA, más allá del castigo y la obligación uniforme para todos?, ¿qué plan puede desarrollar más allá de la coacción, acostumbramiento a la falta, la imposibilidad de voluntad sobre nuestro cuerpo, y repetición de tareas? y, respecto a los “enemigos” políticos o disidentes, ¿qué propone aparte del combate, la beligerancia, la eliminación? Estas preguntas no son ante un posible gobierno castrense, sino para entender qué valores sobre la sociedad en que vivimos trasmitirán a los jóvenes en el seno de sus instituciones.

“Pasar un tiempo en el ejército podría enseñarles a los adultos jóvenes obediencia y disciplina, pero podría también acabar con sus barreras mentales naturales para cometer actos de violencia, entrenarlos en el uso de armas y postergar la inserción en el mercado laboral” (5)

 La educación teórica es imprescindible, pero acotada (educación ética y ciudadana, poderes legislativo, ejecutivo y judicial, Constitución argentina, historia argentina, etc. y, últimamente, educación democrática) pero extraña que la población que defiende el SMO, no presenta interés sobre estos temas. El punto central es la disciplina y corregimiento de los cuerpos.

“A estos métodos que permiten el control minucioso de las operaciones del cuerpo, que garantizan la sujeción constante de sus fuerzas y les impone una relación de docilidad-utilidad, es a lo que se puede llamar «disciplinas». Muchos procedimientos disciplinarios existían desde largo tiempo atrás, en los conventos, en los ejércitos, también en los talleres. Pero esas disciplinas han llegado a ser, en el trascurso de los siglos XVII y XVIII, fórmulas generales de dominación.” (2)

Las razones de tales exigencias de disciplina son variadas pero el punto central es claro: someter la voluntad egoísta y dañina a una obediencia ciega generalizada.

“La disciplina mecánica se caracteriza por: 1) la continuada e ininterrumpida dirección, vigilancia y control; 2) la intimidación y la aplicación de castigos; 3) la concentración del conocimiento; y 4) la comunicación vertical. En el caso de la disciplina orgánica existe: 1) comprensión del objetivo a alcanzar; 2) autonomía en la acción, de acuerdo a la división de tareas; 3) menor concentración del conocimiento; y 4) comunicación vertical y complementariamente horizontal.” (6)

El imaginario colectivo asume que hombres de este talante se despiertan a horario para ir a trabajar las horas que sean necesarias sin chistar. Que por más humillante e inhumana que sea su situación (gran parte de la formación militar es humillación y “deshumanización” con el fin de actuar mecánicamente ante ciertos y claros impulsos y órdenes) la aceptarán agachando la cabeza, asumiendo que evitarán la protesta, por ejemplo, dejar de trabajar y cortar el tránsito en un piquete.

Las ocasiones en que las FFAA tomaron el control de un Estado demostraron la incompetencia más absoluta en lo que respecta a su administración más elemental: economía, educación, derechos y obligaciones ciudadanas, trabajo, fronteras, campo e industria, servicios, alimentación, vivienda, narcotráfico, distribución geopolítica, etc. Amén del trato agresivo y desordenado hacia los “enemigos” y disidentes.

“Lamentablemente, hoy en muchas fuerzas armadas del continente se entrena a los jóvenes reclutas en una práctica de la crueldad, que sólo puede ser empleada en una guerra sin ley o contra una población desarmada. Por el contrario, enfrentados a un enemigo técnicamente bien armado e instruido y psicológicamente motivado, no tienen ninguna posibilidad de vencer. El ejemplo más reciente de un enfrentamiento de este tipo se dio en la guerra de Malvinas; aquí el ejército y la marina argentina, a pesar de su experiencia en una guerra sin ley, fueron fácilmente neutralizados por los ingleses.” (3)

 Debemos dar el ejemplo de Malvinas, donde fue el ámbito que le competía por excelencia y donde debió, por fin, llevar a la acción y a la práctica su disciplina, organización, distribución, orden y trabajo en equipo.

"Estuve estaqueado ocho horas al lado de dos tanques de combustible mientras llovían las bombas británicas, y mi temor era morir carbonizado", relató Darío Gleriano, el primer soldado argentino en denunciar vejámenes de sus jefes en la guerra.

En medio de los combates, Darío Gleriano, con entonces 19 años, fue sometido a esa tortura por decisión de su jefe como “castigo” por haber procurado comida para él y sus compañeros tras dos días y medio sin probar bocado alguno. "En el continente te hacían desaparecer, en Malvinas te estaqueaban.”, declaró Gleriano.

Los castigos físicos y psicológicos sin sentido ni lógica, la falta de alimentos y de vestimenta adecuada para el frío que era hasta premeditada, así como el deficiente armamento y desorganización de la que hicieron alarde, están demostrados en por lo menos cien denuncias que presentó Adolfo Pérez Esquivel ante la Corte Suprema. Vejámenes considerados delitos de lesa humanidad que ocurrieron sólo en 74 días de guerra. (7)

Esto nos dejó la experiencia, y nos demostraron: desorganización, estupidez, cobardía, holgazanería, desinteligencia, violencia, desorden, caos, ineficiencia; todas cualidades que el imaginario colectivo cree que las fuerzas armadas “combaten”.

 “Reclutas aplicándoles descargas eléctricas con un teléfono de campaña. Otro ejemplo de «enfrentamiento» lo sufrieron ocho reclutas de la 10a brigada de infantería, los que recibieron

graves lesiones en sus manos y brazos después de haber sido obligados a colocarlos dentro de un hormiguero durante varios minutos. Durante el período de la llamada guerra sucia, «desaparecieron» 135 ciudadanos argentinos mientras cumplían su servicio militar obligatorio. La respuesta oficial frente a estas desapariciones, ha sido que estos jóvenes «desertaron»”. (3)

Este es el ejemplo que necesariamente nos dieron las autoridades militares para calificar y medir sus actos y habilidades.

“Les comunico a los señores presentes que yo soy Dios, el que decide quién vive y quién muere”, así se presentó un oficial a los prisioneros de La Tablada. (8)

 

“La transición a la democracia es lo que diferencia a Argentina del resto de los países de la región, que en nuestro caso fue por colapso. La Guerra de Malvinas impidió a las Fuerzas Armadas negociar o condicionar su regreso a los cuarteles, además de significar una experiencia de combate

fundamental para dinamizar la modernización del sistema educativo de la defensa.” (9)

 “A pesar de que sólo una pequeña fracción de reclutas estuvieron expuestos al combate, el efecto de la conscripción en la delincuencia para aquellos que participaron durante la Guerra de las Malvinas en 1982 fue más de tres veces mayor que el efecto observado en tiempos de paz.”

“Los resultados sugieren que es probable que la conscripción aumente las tasas de delincuencia. Los resultados que analizan los grupos etarios entre 1958 y 1962 indican que el servicio militar aumenta significativamente la tasa de delincuencia de los individuos eligibles para ser llamados en casi 4%.” (5)

La sociedad invoca al orden, la disciplina y el trabajo, pero los hechos nos demuestran otra cosa: las fuerzas armadas son anárquicas y caprichosas para con los subalternos o “gobernados”, irrespetuosas y egoístas con los demás, con sus iguales y subalternos; con jóvenes a su disposición que usan de esclavos personales para los fines más inútiles e improductivos.

“La opinión negativa que pueda existir en torno al SMO en muchos jóvenes obedece a una concepción carcelaria de éste, que ni el Estado ni las FFAA se han preocupado demasiado por cambiar: arbitrariedad, maltrato, mala comida, pobre vestimenta, mala atención médica, cuarteles inadecuados, entrenamiento deficiente y destinaciones alejadas de los lugares de residencia de los conscriptos, dan la sensación al joven de que el SMO no es un deber para con la patria, sino un castigo de ésta.” (3)

El SMO, con sus valores desvirtuados y caprichosos, no traerán más que el aumento y la perfección de los males que aquejan a nuestra Argentina: ¿los niños usan armas? Pues ahora sabrán utilizarla como profesionales. ¿Los hombres son violentos con las mujeres? Pues ahora sabrán pegar sin dejar rastros en la piel. ¿Son violentos y agresivos en la calle? Pues ahora son profesionales en el arte de la agresión eficaz y mortal en la menor cantidad de movimientos. ¿Son avaros, malvados y ventajeros? Pues ahora perdieron todos los escrúpulos y valor por el bienestar del prójimo.

 

Bruno del Barro

      19/07/16   

  1. “El polémico diputado Olmedo insiste con la vuelta del Servicio Militar Obligatorio”, Infobae, 25 de febrero de 2016.

  2. “Vigilar y castigar”, Michel Foucault.

  3. Fernando Cordero, geógrafo chileno. Asistente de investigación en el Instituto de Estudios Latinoamericanos de la Universidad de Estocolmo. Autor de estudios sobre gasto militar en Chile y presencia de Israel en América Central.

  4. “Formación y educación militar”, Hal Klepak, Profesor Emérito de Historia y Estrategia del Royal Military College of Canadá.

  5. “Servicio Militar Obligatorio y Crimen en Argentina”, Sebastián Galiani (Profesor de Economía en la Universidad de Maryland y Profesor Visitante en la Universidad de San Andrés, Argentina), Martín Rossi ( Profesor Asociado de Economía en la Universidad de San Andrés y profesor de Economía en la UBA) Ernesto Schargrodsky (Decano de la Escuela de Negocios de la Universidad Torcuato Di Tella, Buenos Aires).

  6. Disciplinära Strategier” (“Estrategias diciplinarias”), Klas Borell, Estocolmo, 1989, pp. 69-70.

  7. “Hambre y torturas, los otros enemigos de los argentinos en Malvinas”, diario Los Andes, 30 de marzo de 2012.

  8. Madres de la Plaza de Mayo, marzo de 1989, Buenos Aires.

  9. Andrea Chiappini, Escuela de Defensa Nacional. Miembro de RESDAL (Red de Seguridad y Defensa de América Latina).

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