Mediocracia

“Platón sin quererlo, al decir de la democracia: es el peor de los buenos gobiernos, pero es el mejor entre los malos, definió la mediocracia.”

En términos generales, aumentó el nivel de vida de las poblaciones y su acceso a la educación institucionalizada. Pero esto para nada significa que sea premiada la excelencia o la originalidad.

Por el contrario, al tener la educación una currícula y una evaluación lógico-matemática, es decir, que tiende a la homogeneidad, "igualadora", que juzga a todos por el mismo criterio, resulta benefactora para aquellos que carecen de personalidad e ideas, y moldean fácilmente su arcilla de ideales prestados.

“Cuando el ignorante se cree igualado al estudioso, el bribón al apóstol, el boquirroto al elocuente y el burdégano al digno, la escala del mérito desaparece en una oprobiosa nivelación de villanía. Eso es la mediocracia: los que nada saben creen decir lo que piensan, aunque cada uno sólo acierta a repetir dogmas o auspiciar voracidades. Esa chatura moral es más grave que la aclimatación de la tiranía; nadie puede volar donde todos se arrastran.”

“Las mediocracias negaron siempre las virtudes, las bellezas, las grandezas, dieron veneno a Sócrates, el leño a Cristo, el puñal a César, el destierro a Dante, la cárcel a Galileo, el fuego a Bruno.”

Al decir de Ortega y Gasset, nos hemos conformado con un hermetismo intelectual: “la persona se encuentra con un repertorio de ideas dentro de sí. Decide contentarse con ellas y considerarse intelectualmente completa.”

El nivel de las mediocracias ajusta su lenguaje a clichés, un repertorio de palabras, refranes, y frases falaces y ambiguas difíciles de contradecir que parecen decir todo pero al mismo tiempo no dicen nada: Lo que falta es cultura de trabajo; Necesitamos orden y seguridad; Lo más importante es la educación; Los jóvenes deben aprender ética y valores; El pobre es pobre porque quiere, etc.

Una sociedad de paupérrimo lenguaje, también tendrá razonamientos y conclusiones de similar condición. El embrutecimiento es literal, quedamos enfrascados y vaciados de palabras, de contenido y de sentido, de comunicación, de expresión, por lo tanto, de la capacidad y las herramientas para comprendernos a nosotros mismo, nuestra propia condición y sentimientos, y una compleja y heterogénea realidad social.

"¿Por qué hay tanta violencia? Porque hay menos palabras. No es un saqueo cualquiera. Es un saqueo estructural. Si a vos te sacan las palabras que te permiten pensar, sentir, decir lo que querés, fundamentar por qué no querés tal cosa, dejás de ser, terminás repitiendo las palabras de otros, o te sentís vacío, con lo cual sin palabras, te queda lo físico, te queda la violencia", afirma el comunicador y periodista, investigador social y militante, Carlos Del Frade.

“Los gobernantes no crean tal estado de cosas y de espíritus: los representa. Florecen legisladores, pululan archivistas, cuéntanse los funcionarios por legiones: las leyes se multiplican, sin reforzar por ello la eficacia. Las ciencias conviértense en mecanismos oficiales, en institutos y academias donde jamás brota el genio y al talento mismo se le impide que brille: su presencia humillaría el contraste. Las artes tórnanse industrias patrocinadas por el Estado, reaccionario en sus gustos y adverso a toda previsión de nuevos ritmos o de nuevas formas.”

“Siempre hay mediocres. Son perennes. Lo que varía es su prestigio e influencia. (…) el sabio es igualado al analfabeto, el rebelde al lacayo, el poeta al prestamista. La mediocridad se condensa, conviértense en Sistema.”

 Se considera que la Educación -palabra gigante- se reduce a ir a escuela y ejercer buenos modales; Justicia, en meter a alguien preso; Trabajo, a encerrarse ocho horas a hacer una actividad repetitiva; Inteligencia, a recordar las capitales del mundo, la tabla periódica, números, nombres o fechas; Democracia, a trasladarse físicamente a un centro de votación; Prosperidad, a la acumulación de bienes. 
Sólo a unas pocas frases hechas se pretende que estrujemos los deberes y las necesidades de toda una nación, incluso de toda la humanidad, en toda su historia. Profundizar en estos temas, la mayoría universales, que rozan la ontología y la metafísica, no le atañe a nadie, nadie se siente obligado; no obstante, se está constantemente en plan de opinar enfáticamente de todo. La forma (el énfasis, la hipérbole) ha reemplazado al contenido. En términos aristotélicos, el Pathos (lo teatral) a reemplazado al Logos o "la palabra en cuanto meditada, reflexionada o razonada."