Mundo Psicópata

 

 “El secreto de la vida es la honestidad y jugar limpio, si puedes fingir esto, lo has conseguido.” (Groucho Marx)

 

 

 

 

Lo más desdeñable por el sentido común, aquel sistema de valores que impera en una época, son la delincuencia, la corrupción y la falta de escrúpulos. Los valores admirados, los de constancia, coherencia, trabajo, disciplina, esfuerzo e incorruptibilidad.

Ahora bien, estos actos antisociales, egoístas por definición, fuera de la ley o no, corresponden en mayor o menor medida a una falta de empatía por parte del ejecutor de estas acciones, sea por indiferencia ante un pedido de ayuda para cruzar una calle de un no vidente, ignorando señales de tránsito, sea un comerciante usurero, o un hombre golpeador, un periodista manipulador, etc., que no considera más que objetos de sus planes, de sus intereses, a las personas de su entorno, que comete "maldades" sin remordimientos, sea por acción, omisión o negligencia, y no siente nada ante el padecimiento ajeno.

Como medida de referencia, estos comportamientos pueden compararse en menor o mayor grado, con la conducta psicopática, aunque no necesariamente se actúa de manera patológica o crónica, o como muchos creen no se tratan de asesinos seriales exceptuado pocos casos, tiene la característica principal que vamos a abordar de conocer. Pero también, para ser un comerciante o vendedor de éxito se necesitan casi los mismos requisitos.

Por ejemplo, no necesariamente un psicópata por su mera condición vaya a cometer una acción ilícita y condenable. El psicópata puede mentir, engañar y seducir mejor que nadie y por lo tanto convertirse en un ciudadano modelo. Ya que puede observar y estudiarse de memoria aquellos valores que una sociedad acepta como adecuados, nombrados al principio, y regirse por estos commportamientos a pesar de su condición interna.

¿Un psicópata no es lo contrario a un ciudadano modelo? De hecho el psicópata -a diferencia del sociópata- tiene desarrollada la capacidad para ser metódico, planificador, seductor y plantearse tan fríamente algunos objetivos como ganar dinero y mujeres, que puede ser, por ejemplo, un gran comerciante, empresario o político exitoso.

Entonces, conociendo las formas para manejarse en la vida, basta con aparentar y generar una excelente imagen de sí mismo. Muy en claro tienen esto los publicistas, asesores de imágen y psicólogos a las órdenes de políticos en campaña. Aparentar.

Aquella serie de valores preestablecidos -provenientes de la cultura occidental que tanto se ha empeñado en crear arquetipos de cuidadanos mediante su “educación” generalizada- como son actualemente “trabajo” y “perseverancia”, “buenos modales”, “buena apariencia”, pueden ser simplemente pregonados y además caracterizados en la vida cotidiana, cual obra teatral.

“Si alguien nace y se cría en una familia que valora las actitudes delictivas, hurta y roba y hace cosas malas, un psicópata será un buen alumno, aprende muy rápido y probablemente acabe en la cárcel. Si naces en una familia distinta, de abogados, médicos, o sabes cómo vestir, cómo hablar, va a las mejores escuelas y a la vez tienes esos rasgos de la personalidad, es decir, mientes fácilmente, engañas, no te importan los demás; entonces, probablemente, acabes en otro sitio. Podría ser la política o el derecho, podría ser cualquier profesión en la que gracias a tu posición puedas ejercer poder y controlar a los demás.” (1)

Por lo pronto, llegamos a una primera conclusión: que un hombre puede engendrar en su psiquis los pensamientos más horrorosos, temibles e inimaginables, pero siendo a la vez inteligente y perceptivo de la sociedad que integra y sus valores, basta con ocultar sus pensamientos y aparentar lo contrario. Ya que como decimos, es un buen observador, sabe que la apariencia de los comportamientos y las acciones manifiestas públicamente, son más importantes que los sentimientos atemorizantes o extraños que se desarrollan en nuestro interior. El hombre más común y vulgar suele tener ideas que por el simple hecho de manifestarlas puede ser condenado socialmente. Esto lo sabe cualquiera. Hasta el más despreciable de los criminales.

 

“Saben que obran de un modo que la sociedad considera erróneo, entienden las reglas del juego, las conocen perfectamente (...). Un psicópata entiende las normas y puede ponerse en la piel de alguien intelectualmente o cognitivamente, pero no emocionalmente. Pueden actuar sin tener que preocuparse en absoluto de cómo repercuten emocionalmente sus acciones en los otros (…). Un psicópata puede entrar en tu cerebro e intentar imaginarse lo que tú piensas, sin embargo nunca podrá comprender lo que tú sientes (...) Un psicópata puede llegar a relacionarse social e intelectualmente pero ven y tratan a las personas como objetos.” (1)

El engaño

Nosotros mismos nos convencemos de que somos excelentes personas, primero gracias a nuestra madre en la infancia y luego rodeándonos de amigos leales que jamás desafíarán nuestra visión del mundo, generando una realidad de sólidos cimitentos, una burbuja cargada de valores y una moral adaptada a nuestras conveniencias, al igual que otras capas sociales generan su propia realidad, eliminando contradicciones, dando un sentido y una lógica que justifica todos los actos de nuestra vida como coherentes y razonables.

“Buscamos inconscientemente los principios y las opiniones teóricas que son apropiadas a nuestro temperamento, aunque parezca que son los principios y las teorías las que han creado nuestro carácter. Nuestro pensamiento y nuestro juicio son reputados, conforme a las apariencias, ser la causa de nuestro ser; pero en el hecho, es nuestro ser la causa de que juzguemos y pensemos de tal o cual manera. ¿Y qué es lo que nos determina a realizar esta comedia casi inconscientemente? La indolencia y el dejar hacer, y algo también el deseo vanidoso de que lo tengan a uno por lógico y uniforme en el pensamiento, pues esto procura la consideración, da la confianza y el poder.” (2)

 

Desamparo moral

A esto hemos llegado, a unos valores abstractos y teóricos de los que mamamos y a una realidad que contradice; a la paradoja, lo cual no puede más que conducirnos a algún desequilibrio psicológico.

 

“Quién recibe de otras personas vitalmente importantes para él normas de comportamiento que exigen y al mismo tiempo imposibilitan unas determinadas acciones, se encuentra en una situación paradójica, en la que sólo puede obedecer desobedeciendo. He aquí la fórmula básica de dicha paradoja: `Haz lo que te digo, no lo que me gustaría que hicieras´. Es por ejemplo el caso de los padres que esperan que su muchacho respete la ley y el orden y que, al mismo tiempo, sea emprendedor y osado. O el de aquellos otros que dan enorme importancia al dinero y cualquier medio le parece bueno para conseguirlo, a la vez exhortan a su hijo a ser honrado y leal en todo momento. O el de la madre que empieza a inculcar a su hija, desde fechas muy tempranas, la idea de la suciedad y los peligros del sexo, pero al mismo tiempo le da a entender con toda claridad que una mujer debe dejarse cortejar y hacerse desear por los hombres. La conducta resultante de esta contradicción responde con mucha frecuencia a la definición social de desamparo moral.” (3)

Las promesas y las costumbres

Tal vez hemos vivido una vida entera reprimiendo impulsos sólo para cumplir los mandatos sociales. ¿Cuántos han sostenido un matrimonio por apariencias? ¿Cuántos se han casado por haber engendrado un hijo inesperado? ¿Cuántos en la historia se han casado por conveniencias?

“Podemos prometer actos, pero no sentimientos, ya que éstos no son voluntarios. Quién promete a otro amarle, odiarle o serle fiel eternamente, promete algo que no está a su alcance. La promesa de amar siempre a alguien significa, pues: mientras te ame, te daré pruebas de amor; si dejo de amarte, seguirás recibiendo, sin embargo, de mí los mismos actos, aunque por otros motivos, de forma que en la mente de los demás persistirá la apariencia de que el amor es inmutable y siempre igual. Por lo tanto, cuando, sin cegarse a uno mismo, se promete a alguien amarle eternamente, lo que se promete es la persistencia de la apariencia del amor.” (2)

¿Cuántos han tenido sentimientos homosexsuales jamás exteriorizados porque la sociedad ni siquiera incorporó en su enciclopedia moral tales sentimientos? ¿Cuántos sentimientos existen hoy que el lenguaje no incorporó, es decir, que no hay palabras para describirlos y expresarlos y por lo tanto no existen?

“Todo el mundo repite a coro que la justicia y la templanza son buenas, pero difíciles y penosas y que la injusticia y la intemperancia son gratas y fáciles; la opinión general y la ley, únicamente, las consideran vergonzosas. Afirman que la injusticia es más ventajosa que la justicia y están dispuestos a considerar dichosos y a honrar en público y en privado a los malos, que por sus riquezas o por cualquier otra razón son poderosos, en tanto menosprecian y desdeñan a los buenos que son débiles y pobres, aunque reconozcan que son mejores que los otros.” (4)

 

Las palabras y las apariencias en la Historia

Trabajo, salud, educación dicen los políticos. Objetividad, compromiso, seriedad, dicen los medios de comunicación. Confort, dicha, felicidad, dicen las publicidades y vendedores de cualquier producto. Humor, inteligencia, éxito, demuestran los donjuanes, casanovas y psicópatas ante su mujer-objeto de deseo.

Bajo estos valores, este es el orden que se ha creado a través de la historia de la civilización. Seductores, carismáticos y narcisistas de la más “alta calaña” se han convertido en políticos, jueces y abogados y han hecho las leyes y han convencido a las masas ingenuas de que son reyes o tienen la potestad para gobernar a una inmensa y heterogénea población, y han generado las más sangrientas guerras de la historia en la búsqueda del poder y la glorificación personal; siempre, claro, bajo la fachada de los discursos plagados de eufemismos. “Trabajo, dignidad, progreso”, dicen. Basta con convencer de que éstas son mis intenciones para alcanzar los objetivos más avaros, inescrupulosos e imperialistas.

“Libertad y democracia” dijeron los capitalistas de occidente, e invadieron y colonizaron cuanto país pudieron bajo aquella bandera discursiva.

“La historia de la humanidad enseña que apenas hay otra idea más `asesina´ y despótica que el delirio de una realidad `real´ con todas las consecuencias que se derivan con implacable rigor lógico de este delirante punto de partida. La capacidad de vivir con verdades relativas, con preguntas para las que no hay respuestas, con la sabiduría de no saber nada y con las paradójicas incertidumbres de la existencia, todo esto puede ser la esencia de la madurez humana y de la consiguiente tolerancia frente a los demás.” (3)

“Toda costumbre nos envuelve en una red cada vez más tupida de hilos de araña; y pronto nos damos cuenta de que esos hilos se han convertido en lazos y que nos hemos quedado en medio de la tela, como una araña que está allí prisionera, sin más alimento que su propia sangre. Por eso el espíritu libre odia todas las reglas y hábitos, todo lo verdadero y definitivo, porque desgarra una y otra vez con dolor la tela que le envuelve: aunque haya de sufrir con ello numerosas heridas, grandes y pequeñas, pues esos hilos ha de arrancárselos de sí mismo, de su cuerpo, de su alma.” (2)

 

Bruno del Barro 16/2/14

 

 Fuentes y

  1. Robert Hare, doctor en psicología e investigador de renombre en el campo de la psicología criminal, sus estudios se centran en psicopatología y psicofisiología.

  2. Friedrick Nietzsche (Filósofo) “Humano, demasiado humano”.

  3. Paul Watzlawick, (Psicólogo, autor de la Teoría de la Comunicación Humana y del Constructivismo radical ) “¿Es real la realidad?”

  4. Platón (Filosofo), “La República”.

Escribir comentario

Comentarios: 0