CARAS DE CATÁLOGO.              Nuestra mudanza a las redes sociales

Había que ser cauteloso y ahora también. Primero fue sabiendo cuándo mirar, cómo mirar, cuánto tiempo mirar y cada cuánto mirar. Finalmente te acercas y la invitás a bailar. Después también se dio en cuándo llamar, y ahora también cuándo mandar un mensaje de texto y qué demostrar y qué no en las palabras de ese mensaje. Cada acción o dicho posee un contenido latente. Facebook y las redes sociales ampliaron las fronteras de la comunicación trayendo consigo nuevos significados. Ahora tomar una decisión virtual -apretar un botón sobre algún ícono- puede indicar de modo implícito desde un simple acercamiento o una declaración de amor, pero sin salir de casa y sin cruzar miradas.

 

De a poco, la comunicación se fue diluyendo en lugares cada vez más lejanos y abstractos. El contacto físico se ha trasladado a los últimos peldaños en el recorrido de la comunicación. Antes de esto, se atraviesa un largo camino virtual, pedregoso, inestable y vago, hasta alcanzar un acercamiento auténtico.

 

Catálogo de gente

 

Para los que no saben -que son pocos- el Facebook es donde creas un perfil con tu nombre y colocas fotos y videos de tus vacaciones, familia, amigos y mascotas y compartes pensamientos, inquietudes y todo lo se te ocurra. Tus amigos hacen lo mismo y todo será publicado en el Muro de novedades donde podrás ver una ensalada de videos, imágenes y comentarios que se renuevan a cada instante y que a la vez pueden ser comentados y discutidos por todos dando lugar a la retroalimentación, siendo posible también la mensajería privada o grupal por chat.

Un perfil es la presentación de uno mismo. Y el conjunto de perfiles y grupos conforman Facebook, un enorme y grueso catálogo de gente. De más de 600 millones de personas en todo el mundo para ser más específicos.

No somos cuerpos de carne que hablamos entre nosotros, somos imágenes con gustos e informaciones básicas incluidas que para comunicarnos, chateamos.

Existe una serie de pasos en la red social que se asemeja a procesos y situaciones de la vida cotidiana. Uno crea su perfil, con información y fotos a gusto, es decir, sale al mundo, comparte su forma de ser y gustos particulares. De a poco va “agregando” o “sumando” amigos, tal cual hacemos en la vida. Y así, de una manera simplificada, se construyen relaciones y se comparten experiencias.

Para una risa, un guiño, un ademán de aceptación, un apretón de manos está su equivalente (y sus significados latentes) en Facebook o Cara de Libro.

Agregar a alguien a sus amigos o eliminarlo, en algunos casos, puede tomarse como una significativa señal de aceptación o rechazo.

 

Nuevas formas de relacionarse

 

Hay que aceptar que esto es emocionante para más de un familiar que tiene a un pariente perdido por el globo. Poder hablar y mirarse desde Internet, escuchar su voz y ver crecer a los nietos y los perros ha sido un avance sin duda.

Hemos visto en los medios las posibilidades de interacción y potencial organizativo de las redes sociales. Entre otras cosas, fueron formas prácticas de organizar manifestaciones y unificar grupos que plantean ideas comunes.

Pero sobre todo, Facebook es una forma joven de relacionarse. Una nueva generación crece con él, y comienza a establecer sus primeros vínculos a través de este medio. Y con ello, a establecer nuevos códigos de comunicación, donde la subjetividad e intenciones implícitas superan ampliamente a la acción virtual manifiesta.

La cantidad de amigos que hacemos, hablarle a alguno y no a otros, el tiempo en que se tarda en contestar en una conversación, o no contestar, publicar tal cosa en el Muro de algún amigo, colocar “me gusta” en determinadas publicaciones, más todas aquellas palabras que se intercambian en el diálogo virtual sin conocer sus caras y sus mañas son acciones que parecen indicar nuestros gustos, intereses y opiniones: pero también se puede interpretar un “algo más”, otras intenciones. Y esto pasa sobre todo en aquella juventud que perdió gran parte de los modos utilizados en la vieja usanza de establecer vínculos.

Nuevas formas romper vínculos

 

Parejas y amantes jóvenes viven allí momentos cúlmines de la relación (conocerse, declararse, enamorarse, discutir, separarse, enemistarse, reenamorarse) enteramente en el mundo virtual facebuquiano. 

“Investigaciones de Estados Unidos y de Gran Bretaña sostienen que Facebook, con más de 600 millones de usuarios a la fecha, ya ha provocado unas 28 millones de separaciones en todo el mundo. Pruebas de infidelidad, fotos capturadas in fraganti, dudosos “amigos”, todo suma a la hora de romper relaciones amorosas.

Para muchos los cambios de estado civil son estrategias de conquista. El hombre o la mujer soltera tienen más posibilidades de adentrarse en nuevas aventuras que los casados.

Tanto en Inglaterra como en los Estados Unidos, las asociaciones de abogados señalaron que en uno de cada cinco divorcios se menciona a la red social como causal. Según recoge el Daily Telegraph de declaraciones de abogados británicos, el Facebook ha sido citado en todas o casi todas las causas de separación de los últimos meses.

La investigación arrojó que 48% de los usuarios entre 18 y 34 años revisa la cuenta al levantarse. El 28% de los usuarios admitió que ingresa a Facebook antes de salir de la cama desde su Smartphone, lo que también es considerado como causal de rupturas. Otro dato interesante del informe es que el 57% de las personas habla a otra gente online, más que lo que hablan en la vida real.” (La Capital)

 

El dibujo animado para adultos South Park parodia la problemática de Facebook de modo ingenioso y ocurrente. Stan era un niño que aún no estaba interesado en la red social y se encuentra con que sus amigos le hicieron un perfil sin su permiso. Él ignora el hecho. Esto acaba por ocasionarle graves inconvenientes entre su padre, su novia, sus amigos y gente del pueblo que se enfada con él por distintos motivos: porque no los agregó a sus amigos, ni intercambio comentarios, ni respondió solicitudes y lo peor de todo es que realmente el asunto se torna serio y el niño es severamente despreciado y hasta maltratado por lo que aparenta ser una actitud incivilizada dentro de los nuevos códigos y normas de socialización.

Stan se ve en la obligación de mantener su perfil de Facebook, respondiendo a la demanda social y mantener así las buenas relaciones entre su entorno íntimo y público. Finalmente intenta eliminar su perfil, pero el mismo sistema se lo impide por la razón de que, explicado de un modo fantástico, el Stan de Facebook, o sea el virtual, se había vuelto más poderoso que el Stan verdadero.

 

Realidad virtual vs. Realidad real

 

En las grandes ciudades, coexistimos apretujados esquivándonos en nuestro veloz andar por las calles, sin siquiera mirarnos, pero hablando confiadamente con aparatos electrónicos y solamente con ellos y a través de ellos, con personas que difícilmente veamos, aunque no estén muy lejos.

Las posibilidades de comunicación a través del ciberespacio disminuyen las distancias. Pero por otro lado, este acercamiento virtual desalienta a la voluntad para un encuentro real.

La sobrestimación de las telecomunicaciones y realidades virtuales, que las enormes campañas publicitarias se atreven a comparar con la realidad real, elimina toda comprensible vacilación al momento de plantearse un distanciamiento.

El diálogo virtual es la forma que se impone de relacionarse. A través del rápido intercambio de palabras y “emoticones”, se puede juzgar al otro que nunca vio -presentándose con datos y una fotito en el Gran Catálogo: la salvación para los tímidos y antisociales, quienes encuentran dificultad de abordaje y encare hacia el otro, ahora corren la suerte de no tener que hacerlo nunca más y descartar toda posibilidad de un encuentro casual y agradable en la vida real.

Nada de gestos, miradas, tonos de voz u olores de por medio, que evitarían confusión, propia de la subjetividad de las palabras sin acompañamiento.

 

 

 Noviembre 2012

Bruno del Barro

 

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