El fraude de la manifestación pacífica y legal

 

La finalidad primigenia de un levantamiento es, por definición, desobedecer la ley y estorbar en lo posible la circulación normal de las comunicaciones, promoviendo el desorden.

Una manifestación legal y pacífica no es más que un oxímoron, una contradicción de términos. 

 

No existió nunca nada semejante a esa muletilla de "protestar sin molestar a los demás", invención de medios y ciudadanos pusilánimes y timoratos desde un escritorio o detrás del televisor, el celular o la computadora, lejos de la escena y el conflicto.

 

Incluso los que apelan de oído al proceder de Gandhi o Martin Luther King, refiriéndose a la resistencia no violenta deben enterarse de que se trataban de acciones de desobediencia civil y acción directa que implicaban huelgas multitudinarias, paro total, la toma pacífica de instituciones públicas, boicot económico, el no pago de impuestos, la creación de instituciones paralelas usurpando las funciones del gobierno, hasta un desafío total creando un gobierno paralelo. "Para que un acto se clasifique como de desobediencia civil, se necesita que la acción se haga públicamente, que sea ilegal o que así lo clasifique el poder."

 

El primer promulgador de la desobediencia civil, Henry David Thoreau, dijo en 1859:   "Todavía aseguran los políticos que el único medio de obtener la liberación es a través de la ‘pacífica difusión de sentimientos humanitarios’ sin ningún tumulto’. Como si los sentimientos de humanidad se hallaran alguna vez sin la compañía de los hechos, y vosotros pudieran dispersarlos, acabar con el orden tan fácilmente como esparcir agua con una regadera, para asentar el polvo..." 

 

 Seamos claros, el objetivo de una marcha o levantamiento es la extorsión. Quien más posibilidades tenga de esto, más rápido puede obtener lo que quiere. Por ejemplo, policías, médicos, maestros, les puede bastar con suspender las actividades, como método de sabotaje. Otros no tienen esta suerte a mano de perjudicar a otros tan simplemente, y deben salir a molestar de cualquier manera.

El argumento estúpido que no para de repetirse es que "tienen libertad de quejarse pero no de perjudicar a los demás", nuevamente esto es una tonta contradicción, un juego de palabras que se anula mutuamente. Que quede escrito: las intenciones de marchar son para perjudicar a los demás.

Aunque, por supuesto, este no es el objetivo primario y de fondo, se trata de boicotear actividades específicas para acaparar la atención, un medio para buscar un fin, no un fin en sí; porque cuando no estorbaron, no fueron escucharon. Si el estado no quiere esto, pues que se siente a dialogar y haga todo lo posible para evitarlo. Si no, que se atenga a las consecuencias. 

 

Cuando se toman medidas para criminalizar la protesta se está haciendo todo lo posible para que un gobierno quede liberado de cumplir sus deberes e indirectamente hacen recaer la injusticia social estructural en el fracaso individual. Por eso se hace tan necesario desde el establishment, los medios y el estado, volver cómplices a la ciudadanía sin problemas laborales, para estigmatizar cualquier circunstancia que no sea conveniente para su imagen.

Se trata de un último recurso, claro que a nadie le gusta, como una especie de fetichismo o morbosidad, interrumpir el tránsito o las actividades porque esto le brinde directamente bienestar y satisfacción. Otra burrada.

 

Derecho a protestar sin joder a los demás. ¿Qué clase de cliché insípido, reiterativo y sumamente ignorante es este que nuevamente el periodismo instala en las audiencias que repiten como papagayos en jaulas?

¿La ignorancia es la gran ganadora de toda elección democrática que de repente o lentamente desconoce la historia casi en su totalidad?

 

De todos modos, vale aclarar que en la actualidad argentina, generalmente, antes de todas esas fastidiosas manifestaciones callejeras que ni siquiera los mismos protagonistas desearon, hubo largos y tediosos procesos de diálogo con la clara intención de llegar a acuerdos bilaterales comunes que, en general, se cumplieron al pie de la letra, para evitar cualquier acción excesiva e innecesaria.

 

Sin embargo, por su calidad de legales, silenciosos, moderados, inofensivos, burocráticos y sobre todo aburridos periodísticamente hablando, los medios no pierden tiempo en estos procesos, por lo tanto, la mayoría de las personas ajenas desconocerán, mientras privados y estatales, sentados en la otra parte de la mesa de diálogo, ignoraron, dilataron, o rechazaron dichos procedimientos justamente por ese carácter tímido e inofensivo que no temen, ni afecta los intereses que protegen.

 

No obstante, parece sorprender cuando todo acaba en las calles, y es recién entonces que se hacen presente los medios, la gente por lo tanto comienza a indignarse y el gobierno hipócritamente defiende a aquella pobre ciudadanía que no tiene nada que ver y se ve interrumpida en sus acciones, pero que antes, estos mismos funcionarios públicos o jerarquías empresariales, no movieron un dedo para evitar la situación extrema, el último recurso del desposeído y asalariado, que no posee más capital que sus brazos y su garganta.

 

Seamos claros, el objetivo de una marcha o levantamiento es la extorsión. Quien más posibilidades tenga de esto, más rápido puede obtener lo que quiere. Por ejemplo, policías, médicos, maestros, les puede bastar con suspender las actividades, como método de sabotaje. Otros no tienen esta suerte a mano de perjudicar a otros tan simplemente, y deben salir a molestar de cualquier manera.

 

Un argumento estúpido e ignorante que no para de repetirse es que "tienen libertad de quejarse pero no de perjudicar a los demás", nuevamente esto es una tonta contradicción, un juego de palabras que se anula mutuamente. Que quede escrito: las intenciones de marchar son para perjudicar a los demás.

 

Aunque, por supuesto, este no es el objetivo primario y de fondo, se trata de boicotear actividades específicas para acaparar la atención, un medio para buscar un fin, no un fin en sí; porque cuando no estorbaron, no fueron escucharon. Si el estado no quiere esto, pues que se siente a dialogar y haga todo lo posible para evitarlo. Si no, que se atenga a las consecuencias. 

 

Cuando se toman medidas para criminalizar la protesta se está haciendo todo lo posible para que un gobierno quede liberado de cumplir sus deberes e indirectamente hacen recaer la injusticia social estructural en el fracaso individual. Por eso se hace tan necesario desde el establishment, los medios y el estado, volver cómplices a la ciudadanía sin problemas laborales, para estigmatizar cualquier circunstancia que no sea conveniente para su imagen.

 

Se trata de un último recurso, claro que a nadie le gusta, como una especie de fetichismo o morbosidad, interrumpir el tránsito o las actividades porque esto le brinde directamente bienestar y satisfacción. Otra burrada.

 

"Derecho a protestar sin joder a los demás". ¿Qué clase de cliché insípido, reiterativo y sumamente ignorante es este que nuevamente el periodismo instala en las audiencias que repiten como papagayos en jaulas?

 

¿La ignorancia es la gran ganadora de toda elección democrática que de repente o lentamente desconoce la historia casi en su totalidad?

AUDIO: "El fraude de una manifestación pacífica y legal" (Fragmento)


"El apartheid era legal.

La esclavitud era legal.

El colonialismo era legal.

La legalidad es una cuestión de poder, no de justicia."

 

¿Se imaginan protestas en contra de la esclavitud sin interrumpir actividades, sin molestar, marchas de silencio de negros cimarrones por la noche en los kilombos que no interrumpan el sueño de los capataces, sirviendo diurnamente a sus amos a rajatabla para que su insurrección no subleve el orden establecido hasta de las personas más nobles?

 

¿Se imaginan a San Martín, Belgrano o Bolivar -quienes en su tiempo sólo eran vistos como subversivos con mala prensa- proyectando una incierta revolución, que a la postre, a los ojos de la historia llamaríamos "de la independencia", recorriendo caminos desiertos para no joder la actividad normal y próspera de las colonias en puja, con ejércitos pacíficos que no armen lío, que no interrumpan el natural desarrollo institucional, eclesiástico, económico o político de latifundistas extranjeros para tampoco perjudicar o afectar momentáneamente a los trabajadores honestos, y por supuesto, permitiendo y facilitando que todo se dirija llanamente hacia la lejana corona?

 

¿Se imaginan un espontáneo y caótico levantamiento popular y burgués por las calles parisinas evitando a toda costa la toma de la Bastilla Saint-Antoine para no importunar ni dañar un edificio histórico, que a la postre fue el símbolo del fin del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución Francesa?

 

¿Se dan cuenta del nivel de idiotez que significa el sólo pensar algo así?

 

No debería ser necesario mencionar que todas estas contravenciones eran castigadas con la muerte, pues eran prohibidas e inmorales en varios sentidos, y sólo visto desde el punto de vista histórico, desde el presente hacia un pasado lejano, se observó su trascendencia y utilidad, mientras en el momento, en el instante de la sublevación, en el calor del motín, no fue visto más que con desdén, como un estorbo superficial, aislado y egoísta de quienes tenían intenciones de perjudicar a los ciudadanos decentes, la normal circulación de las actividades económicas y el incuestionable orden establecido simbolizado en instituciones y edificios sagrados e históricos.

Un poco de historia

 

   -“1773. Miles de colonos americanos se congregaron en las inmediaciones del puerto para lanzar al mar todo un cargamento de té. Fue un acto de protesta contra Gran Bretaña, que había decidido grabar la importación de distintos productos, incluido el té, para beneficiar a sus compañías. Muchos historiadores han considerado esta protesta como un precedente fundamental de la independencia de los Estados Unidos.

 

   -El 1º de mayo de 1886 obreros paralizaron los centros de trabajo de casi todas las ciudades de Estados Unidos para reivindicar la jornada laboral de 8 horas de trabajo (trabajaban entre 12 y 14 horas). La huelga paralizó cerca de 12.000 fábricas en todo los EEUU. En Detroit, 11.000 trabajadores marcharon en un desfile de ocho horas. En Nueva York, una marcha con antorchas de 25.000. En Louisville, Kentucky, más de 6000 trabajadores, negros y blancos, marcharon por el Parque Nacional violando deliberadamente la orden que prohibía la entrada de gente de color. Y en Chicago, el epicentro de la huelga, los obreros paralizaron la ciudad. Días más tarde, la policía acribilló a muchos trabajadores en otra masiva congregación.

  -1930. India. Gandhi comenzó una caminata de 390 kilómetros para protestar contra el Imperio Británico. Miles de jóvenes se unieron a la protesta. La marcha convirtió a Ghandi en una referencia política mundial y desencadenó la primera ola de desobediencia civil masiva contra el poder británico.

 

-En la década de los años 70, los obreros industriales de Brasil realizaron una serie de huelgas para reclamar aumentos salariales. Fue la primera vez que los trabajadores se organizaron a gran escala en el país para desafiar al gobierno militar.
La lista es interminable. En el siglo XXI aparecen, por ejemplo, las manifestaciones del mundo árabe (Primavera Árabe), en clamor de la democracia y los derechos sociales organizada por la población árabe. En España, los “indignados” ganaron las calles de Madrid para pedir cambios drásticos en el rumbo económico del país. Y en Chile, miles de estudiantes se rebelaron contra el sistema privado de la educación universitaria.

La historia, al cabo, da cuenta que las protestas en los espacios públicos transformaron para siempre la vida de millones de ciudadanos en todo el mundo."* 

Y por supuesto, todas fueron, de un modo u otro, molestas, violentas y destructivas de todo lo establecido, de lo dado por sentado, de edificios tradicionales e históricos, de instituciones y de la circulación normal de las actividades.

  

Bruno del Barro

23/02/16 


* Andrés Actis, ¿Cómo habría sido el mundo sin sus grandes protestas sociales? (Rosario Plus, febrero 2016)

 


Escribir comentario

Comentarios: 1
  • #1

    Ignacio (viernes, 14 octubre 2016 07:37)

    De lo mejor que he leído.